Asalto a los sueños I
¿Porqué estás aún en mis sueños?
¿Porqué cuando parece que ya logro tener una noche en calma, justo ahí apareces para robarte mis ideas y hasta mis lágrimas?
Aunque ya me he despedido de ti, parece que la vida se empeña en volver a tenerme frente a ti. Pero, está bien, la vida a veces tiene mensajes muy escondidos que nos manda a las personas menos pensadas.
Es irónico, uno que huye por no estar ahí y el otro se aparece a la vera del camino, cual espectral figura.
Te amé tanto como para dejarlo todo y ser parte de una vida, de una idea y de un sueño, quizás; di con gusto todo lo que estaba en mí y sin excusa lo hice de la mejor manera posible.
Di todo de mí y lo hice con mi mejor esfuerzo; no soy la persona perfecta, tengo mis errores y mis grandes fallos, no tengo el caracter más "afable" no seré tan "social", pero entregué mi corazón sin falta, pero no importó si llovió, relampagueó o hubo un huracán, bien sabes que estuve ahí, presente y pendiente. Me precio de haber apoyado y ser útil en todo cuanto se pudo haber hecho.
Ahora solo eres parte de esos sueños que me asaltan en las noches y a los cuales combato con letras que plasmo justo ahora...
Porque alguna vez al mirarme en tus ojos supe ver tres cosas:
El cielo, la gloria y el infierno.
Tu tienes esa enorme cualidad...de ser tan dulce, tan amorosa o tan terrible como para traspasar a un corazón. En verdad eres temible si te lo propones. Típico de un Aries, perfeccionistas e implacables.
Contigo lo he conocido todo, y profundamente te agradezco me hayas hecho tan feliz y sonriente, tan sensible como para sentirme como alguien más de una familia y preocuparme por muchas personas...tan infeliz y tan mal como para no saber en un momento hacia donde seguir, tocar el fondo de un abismo que no parecía tener fin...y lleno de dolor, y así mismo me hiciste recordar el valor de la amistad, que los verdaderos amigos siempre estarán para ayudarnos.
Por eso, y quizás por mera coincidencia, es que te sigo escribiendo...aunque evidentemente hay cosas que ya no deseo saber, porque bien se aplica la frase, Ignorancia es bendición.
Atte: El vagabundo.
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