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Mostrando entradas de marzo, 2012

Un Rinconcito Para El Alma. Isabel.

No puedo retroceder en el tiempo, excepto en la mente Puedo elegir revivir el ayer si lo deseo Pero eso me roba momentos preciosos de hoy, momentos que una vez que pasan no se pueden recuperar De modo que dejo atrás el ayer y vuelvo toda mi atención al momento presente Este es mí momento especial, y lo disfruto Este es un nuevo día, un dia que nunca he vivido antes Vivo en el Ahora y disfruto de cada momento La vida me proporciona todo lo que necesito en el tiempo y orden correcto Encuentro amor y bienestar en todas partes. Chabela ♥

Una Advertencia. Daniel García Helder

Una alambrada donde se cruzan tallos de distintas zarzas y unas pocas cañas emergen con sus penachos entre flores acampanadas, tampoco muchas, de un color que remeda al lila, pero que es silvestre. Hay un grupo de estatuas entre los arbustos del que la niebla apenas perdona las cabezas. A ratos se alzan voces de gaviotas y un gas como de harinas en putrefacción que se dilata, y a cada oleada sigue otra más picante. Una advertencia a los que crucen este parque y restando poder a la humedad v al suelo quieran hacer un alto para atarse los cordones, prender un cigarrillo, fumarlo, cualquier cosa: acá los pies echan raíz al menor signo de parálisis y ya las rodillas se ponen rígidas, la boca es cerrada por una corteza que sube, áspera, desde los hombros y el tórax; manotear algo a qué aferrarse no sirve de nada: los brazos flexibles se tuercen en troncos que se ramifican y borrando toda huella de una vida pasada de miles de brotes en silencio rápido salen las primeras hojas.

Fé de Vida. Luis García Montero.

Nadie sabrá las veces, las mil veces, después de la tristeza o de la humillación, que envidié la sonrisa de los cínicos, esa distancia fría de sus labios ante la realidad. Son como estatuas sobre el declive amargo del otoño, y en las seguridades de la piedra no conciben el riesgo de la fe, la luz que se hace vida, pero luego puede sentir la mordedura, el veneno amarillo de la vejez, la quiebra y el ridículo. No conciben heridas. Será porque recuerdan la pureza metálica del justo que agita su sermón más allá de las dudas y de las decisiones, clamando contra el filo de los sueños, contra la incertidumbre, sin asumir ninguna responsabilidad en la quietud, con su orden de muerte y de injusticia. Al caminar un día sobre los arrabales de la Historia, mientras la luz deshecha buscaba solidez en el cemento y en los vertederos, sentí -igual que se perciben las inquietudes y los atardeceres- que la verdad abstracta es ligitimación de la mentira. Y no pude salvarme,