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Mostrando entradas de junio, 2011

El Día Que Me Quieras. Amado Nervo.

El día que me quieras tendrá más luz que junio; la noche que me quieras será de plenilunio, con notas de Beethoven vibrando en cada rayo sus inefables cosas, y habrá juntas más rosas que en todo el mes de mayo. Las fuentes cristalinas irán por las laderas saltando cristalinas el día que me quieras. El día que me quieras, los sotos escondidos resonarán arpegios nunca jamás oídos. Éxtasis de tus ojos, todas las primaveras que hubo y habrá en el mundo serán cuando me quieras. Cogidas de la mano cual rubias hermanitas, luciendo golas cándidas, irán las margaritas por montes y praderas, delante de tus pasos, el día que me quieras... Y si deshojas una, te dirá su inocente postrer pétalo blanco: ¡Apasionadamente! Al reventar el alba del día que me quieras, tendrán todos los tréboles cuatro hojas agoreras, y en el estanque, nido de gérmenes ignotos, florecerán las místicas corolas de los lotos. El día que me quieras será cada celaje ala maravillosa; cada arrebol, miraje de "Las Mil y una

Transmútase Mi Alma. Ramón López Velarde.

Transmútase mi alma en tu presencia como un florecimiento, que se vuelve cosecha. Los amados espectros de mi rito para siempre me dejan; mi alma se desazona como pobre chicuela a quien prohíben en el mes de mayo que vaya a ofrecer flores en la iglesia. Mas contemplo en tu rostro la redecilla de medrosas venas, como una azul sospecha de pasión, y camino en tu presencia como en campo de trigo en que latiese una misantropía de violetas. Mis lirios van muriendo, y me dan pena; pero tu mano pródiga acumula sobre mí sus bondades veraniegas, y te respiro como a un ambiente frutal; como en la fiesta del Corpus respiraba hasta embriagarme la fruta del mercado de mi tierra. Yo desdoblé mi facultad de amor en liviana aspereza y suave suspirar de monaguillo; pero tú me revelas el apetito indivisible, y cruzas con tu antorcha inefable incendiando mi pingüe sementera.

Balada de la Casa II. Ricardo Dávila Diaz Flores.

Estábamos tan bien ahí... el árbol, el agua y nosotros tres. Comíamos juntos toda la semana, nos reíamos repartiendo disparates en la mesa. A ellas las vi desde niño... jugábamos a brincar en las camas y a escuchar detrás de las paredes. El árbol hacía magias que nosotros descubríamos: “Ya vimos la moneda, cayó detrás de la cama”. Y el árbol se caía sobre sus ramas mientras el agua dejaba su mirada en el paisaje. Un día salí para mirar el cielo, y cuando volví ya habían cambiado. Pasaban horas frente al espejo, hablando de cosas que yo no entendía. Después llegaron dos hombres que venían a conquistarlas. Ellas llevaban el rostro diferente, y aquellos jóvenes mostraban rostro de hombres afeitados. Después las raíces dispersaron su semilla, y otros fueron agregándose a la casa. Hubo que volver a ser niño, porque llegaban a la mesa nuevas voces de infancia. Así la casa tuvo un nuevo brillo, y otra vez hubo risillas que brincaban en las camas. Pero el tiempo, siempre el tiempo... pasó la v

El Mismo Nombre. Ricardo Davila Diaz Flores.

Tanto tiempo buscándola y ella estaba aquí, en mis ojos cerrados, en la noche sola; aquí, detrás de lo visible, en la edad antigua de la niebla. La amé ese día por toda la eternidad. Yo llevaba un ramo de palabras cuando caminé hacia ella. -No las pondré en agua -me dijo-, ni he de secarlas para el recuerdo. Se morirán cuando las toque el aire. Nos vestimos con fuego y levantamos nuestros cuerpos con el viento. - Te haré un vestido de tierra -le dije-, con la humedad del mar lo zurciré y con la piel de cielo. - Aquí no existen las palabras –insistió-. - ¿Y en dónde sí?-le pregunté-. - Allá, en la mentira. La amé ese día, todo el día, en la niebla, en la nada. Quise hablar, en verdad deseaba curar mi voz en su alma. - Silencio- me dijo-, en mis ojos están todas las cartas de amor que se han escrito sobre la tierra. La amé ese día, y era mía como la vida misma, pero me atreví a preguntarle su nombre. -¿Eres mío, y no sabes que mi nombre es el tuyo? ¡Despiértate! No me volverás a ver.

Siempre Estoy Pensando en Tí, Juan Gabriel.

Yo no se que voy hacer siempre estoy pensando en ti ya me estoy envejeciendo de tanto estarte esperando de tanto pensar en ti yo se bien que no vendras que ya tienes otro amor y que eres muy feliz... yo no encuentro la manera de olvidarte para siempre siempre estoy pensando en ti siempre estoy pensando en ti dia y noche vida mia yo te quiero todavia para que voy a mentir... yo no se que voy hacer si tu ya no eres mia cada instante de mi vida siempre estoy pensando en ti... siempre estoy pensando en ti dia y noche vida mia yo te quiero toda via para que voy amentir yo no se que voy hacer si tu ya no eres mia cada instante de mi vida siempre estoy pensando en ti...